Educación Consciente
Cuando educamos desde la consciencia tenemos en cuenta tanto las necesidades del niño que tenemos delante como las del niño que llevamos dentro.

By Ana B. Núñez
Considero un tema vital para cualquier educador. Conocer en profundidad las necesidades de un niño para acompañarle desde la cercanía que nos proporciona el: “yo sé cómo te sientes” y el : “ te veo, te respeto”.
En los últimos tiempos se habla mucho de la educación respetuosa, maternidad/paternidad consciente, crianza con apego, crianza consciente, disciplina positiva, slow parenting, paternidad responsable… Si yo conecto con estas ideas, o con algunas, cómo las llevo a la práctica?
Hoy en día, los avances de la psicoterapia y de la neurociencia ponen luz y ayudan a entender cómo es el cerebro del niño en cada etapa, cómo funciona su psique y qué consecuencias tendrán las experiencias que viven hoy en el adulto que será mañana.
En lo que se refiere a educación, se basa en el respeto al niño en cada una de sus etapas, acompañándole para que pueda disfrutar de cada período, librándoles también del estrés y la exigencia a los que normalmente les tenemos sometidos la sociedad en general. Cuidamos además el tiempo que estamos con ellos, regalándoles “presencia”, atención plena y promovemos sentimientos de aceptación total y amor incondicional: “te quiero tal cual eres”, “eres maravillosa” suelo pensar yo muchas veces cuando abrazo a mi hija, e intento sentir esta frase en mi corazón.
LAS NECESIDADES BÁSICAS DEL NIÑO
Para empezar es fundamental entender que los niños tienen unas necesidades básicas, que tienen presentes en todo momento, y que rigen su mundo.
Necesidades fisiológicas (alimento, refugio, contacto y apego en el caso de los bebés).
Sentirse protegidos. El miedo o la falta de comprensión de lo que sucede a su alrededor suele ser causa de muchos comportamientos rebeldes de nuestros hijos.
Poder moverse y desarrollarse en libertad.
Amor y pertenencia, sentirse amados, tenidos en cuenta, aceptados y pertenecientes a un grupo y a una familia.
Necesidad de respeto y sentirse valorados por quienes son. Aquí incluyo la buena comunicación con ellos, el hecho de explicarles las cosas que ocurren, (en su lenguaje y de forma natural, sin dramatismos).
Necesidad de poder crecer y evolucionar a todos los niveles. Tener oportunidades para conocer, experimentar…
Necesidad de conectar con los demás. Esto nos hace sentir la pertenencia y la propia valía.
Necesidad de sentir confianza en ellos. Esto va unido al respeto. Te quiero y confío en ti. De esta manera les damos la oportunidad de que vayan haciendo cosas por sí mismos y vayan conquistando su propia autonomía y capacidad de decisión.
Por supuesto esta es una tarea a desempeñar por todos, padres y educadores.
La Educación consciente nos dice que no hay que quedarse con lo que hace el niño y si es o no correcto, sino que vamos a por qué o para qué lo hace. Nos hacemos preguntas. ¿Qué necesidad no tiene satisfecha en este momento para portarse así? Como dice Yvonne Laborda: “Los niños siempre tienen un motivo valido para hacer lo que hacen aunque no siempre nos gusten sus reacciones ni sepamos su causa. Cuando un niño se siente mal automáticamente se “porta mal”. Si su estado emocional mejora (se siente bien), su comportamiento también mejora. Generalmente, cuando “se pasan” es porque no tienen mejores herramientas. Pensemos qué podemos hacer para ayudarles a canalizar mejor lo que sienten en vez de pensar que hay algo en ellos que no va bien.”
LO QUE ME PASA POR DENTRO
Un educador consciente, como la misma palabra dice, ha de saber en cada momento lo que le pasa por dentro. Utilizar la herramienta mindful del “observador” para escanear qué pasa por su cuerpo y por su mente ante cualquier reacción, comportamiento o situación que se viva en el aula o que viva el niño. Si aprendo a interpretar mis reacciones, si aprendo a conocerme, me será más fácil hacer lo propio con los otros. Y así se satisfará una de las necesidades del niño: que se le vea, que se le tenga en cuenta, que se le respete.
Los niños detectan nuestra energía, nuestros miedos, y los adoptan. Además copian nuestras conductas y reacciones. Por eso tenemos que estar pendientes de nuestras proyecciones, de nuestras expectativas respecto a ellos, nuestros deseos insatisfechos que queremos que ellos cumplan a toda costa, etc.
No olvidemos que han de ser libres y han de averiguar qué han venido a hacer a este mundo. Debemos ayudarles a descubrirlo, ofreciéndoles la oportunidad de vivir todo tipo de experiencias pero sin encaminarles ni presionarles.
Empecemos por nosotros mismos, revisando nuestras creencias, patrones mentales, proyecciones, expectativas, etc y diseñemos un modelo a seguir, sabiendo que no es sencillo y que nos equivocaremos muchas veces. Revisemos nuestra infancia, nuestras heridas allí recibidas y pongamos luz y sentido a todo eso, si es necesario con ayuda de un psicoterapeuta. Es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por nuestros educandos. Acompañar, guiar, en un viaje que es la vida en la que nosotros también aprendemos constantemente.
«Educar con conciencia significa acompañar a los hijos e hijas desde nuestra libertad interior. Implica habernos reconciliado con lo vivido, con lo que pudo ser y con lo que no.
Solo cuando nos conozcamos profundamente y nos aceptemos, podremos mirar a nuestro hijos e hijas sin cargas y atenderlos con mayor sabiduría, disfrutando y aprendiendo de la relación.
Se trata de darse cuenta de que, lo que veo en mi hijo o hija, pasa siempre por el sesgo de mi experiencia, por el filtro de mis miedos. La realidad que observamos no es tal: solo es mi realidad». Marta Butjosa i Roca.
CONCLUSIÓN
Ser padre o educador es un ejercicio continuo de “ver” viejos patrones adquiridos que saltan automáticamente y “decidir” actuar así o de otra manera más adecuada. Es maravilloso poder saber qué puede necesitar el niño para así mirarlo con otros ojos, ponernos en su lugar y utilizar otros recursos para ayudarle a gestionar lo que le sucede.
Los niños son maravillosos espejos donde poder mirarnos para vernos de verdad y crecer. La educación consciente va por ese camino, un sendero de crecimiento conjunto y lleno de presencia y respeto.

