Hazte amigo del silencio

By ANA B.NUÑEZ MORAN
Vivimos a diario rodeados de ruido. Desde que nos levantamos, nos enganchamos a los estímulos visuales y sonoros. A muchas personas les resulta incómodo sentarse en silencio, estar con ellas mismas o incluso estar sin hacer nada. Existe la creencia social de que para ser productivo, (y por lo tanto triunfar en la vida), hay que moverse, hacer muchas cosas, enlazar actividades, hablar deprisa… Somos como el ratón metido en la rueda, que corre sin parar.

Seguro que más de una vez te has sentido como ese hámster dentro de la rueda.
Nuestro cerebro se ha acostumbrado a la actividad constante pero necesita descansar, y muchas veces el sueño nocturno no es suficiente. Levantarse con la sensación de estar cansado es común. Todos sabemos que dormir no es lo mismo que descansar. Te aseguro que hacer paradas y tener ratos de silencio son como bálsamos en medio de la jornada de trabajo. Pero ¿por qué no lo hacemos? ¿Creemos que es “perder el tiempo”?

No sólo existe el ruido externo. El ruido interno lo conforman nuestros pensamientos incesantes. Es agotador estar todo el día procesando sonidos, teniendo que responder rápido a lo que nos preguntan y lidiando con ideas que nos generan emociones que muchas veces no sabemos cómo gestionar. Es agotador.
¿Cómo puedo parar esto? ¿O al menos observarlo desde una distancia que no me sature tanto?
Voy como una moto todo el día, ¿qué puedo encontrar en el silencio?, ¿en qué me beneficia, si mi mente sólo quiere estímulos?
El silencio es la base para la concentración y la buena toma de decisiones. Acompaña al pararse y al enfocar, y transporta la mirada hacia dentro. En él encuentro tesoros muy valiosos. Te da la opción de ordenar pensamientos, hacerte preguntas, planificar, darte cuenta, rectificar, decidir, idear, sentir… La pausa, la escucha interior y el silencio facilitan el pensamiento consciente, la respuesta elaborada, tan importante en nuestras relaciones. Parar a pensar antes de contestar es un regalo que podemos brindar a los demás y evitaría muchos conflictos y malos entendidos.

Vale la pena hacerse amigo del silencio, dedicar unos minutos al día a buscar un lugar tranquilo, a cerrar los ojos, a observar… También se puede hacer silencios en compañía. Los silencios también hablan, sobre todo si significan que estamos escuchando de forma activa y consciente. Regálate y regala silencio.
